El lunes nos halló a todos despiertos muy temprano: a las 7:30 de la mañana ya estábamos listos y desayunando, puesto a que en solo una hora vendrían los nenes del primer turno con los que compartiríamos juegos como “el cartero” por ejemplo (una especie de juego de las sillas), y el “quemado”, y a quienes les daríamos apoyo escolar con sus tareas y dificultades en la escuela. La encomienda, para muchos, fue un espacio nuevo que acababamos de conocer (ponerse en el papel de “profesor” de alguien menor no es tan fácil como parece) pero no por eso le quitaba la cuota de interesante. Llegado el mediodía ellos se fueron a sus hogares con el fin de prepararse para partir hacia su escuela.
Al instante vendría el tiempo de almorzar un caliente plato de guiso de fideos y al finalizar la comida, tuvimos casi dos horas para descansar debido a que nos aguardaba un segundo grupo de escolares cerca de las 15:00. Con ellos también compartimos un espacio muy caluroso y afectivo, el entorno se hacía cada vez más agradable; jugamos juegos de mesa, como el memotest, así como también tuvimos la posibilidad de armar un partidazo de fútbol entre los chicos y las chicas. En paralelo, otros trabajábamos en tareas con el fin de nivelar el terreno para el futuro armado de un playón. Los niños pudieron gozar de una merienda mas a la tarde, mientras algunos de nosotros emprendimos una caminata. Llegadas las 17:30 ya no había más escolares en la casa, por lo que nosotros nos dispusimos a merendar y a discutir ciertos planos de trabajo con respecto a los días por venir. Al término seguimos trabajando en tareas de nivelación y varios de los chicos profundizaron la instalación eléctrica (que para el tiempo de la cena sería un hecho palpable).
Las horas pasaban y así se nos vino la noche encima. Muchos aprovechamos el rato antes de comer para utilizar el baño. Después de bañarnos cenamos choripanes y ensaladas varias, comida que se ganó nuestro contento en medio de risas y chistes en la mesa, con anécdotas que le dieron diversión al entrañable momento. Una parte del equipo se encargo de lavar todo lo ensuciado tras comer, y así pudimos preparar los colchones y las bolsas de dormir para pasar una noche más en la casa Carlos Mugica, soñando tal vez con las cosas que deseamos tanto para nosotros como para los niños y niñas metanenses.